Chalino Sánchez, conocido por muchos como el “Rey de los Corridos”, es una figura que sigue resonando en la cultura popular y en la música regional mexicana, a pesar de su trágica muerte en 1992. Nació como Rosalino Sánchez Félix el 30 de agosto de 1960 en un modesto rancho llamado Las Flechas, ubicado en El Guayabo, un pequeño municipio rural en Sinaloa, México.

Su vida estuvo marcada por la violencia, la pobreza y una serie de circunstancias difíciles que lo llevaron a tomar decisiones extremas a una edad muy temprana. Desde niño enfrentó numerosas dificultades, y estas experiencias le enseñaron a valerse por sí mismo, construyendo así una personalidad fuerte y determinada que más tarde se reflejaría en su música.

Chalino era el más joven de ocho hijos. La vida le dio un golpe devastador cuando su padre falleció mientras él apenas tenía seis años. Su madre, Señora Félix, quedó a cargo de la familia, luchando contra las carencias y la violencia que definían la vida en esa región de México.

Cuando Chalino tenía 15 años, su vida dio un giro drástico: cometió un asesinato para vengar el abuso que un hombre había cometido contra su hermana. Este acto de violencia, aunque fue una defensa familiar, lo obligó a huir hacia Tijuana, donde comenzó una nueva vida en circunstancias peligrosas y precarias. En Tijuana trabajó como “coyote”, traficando inmigrantes hacia los Estados Unidos, una experiencia que solo fortaleció su carácter y lo preparó para los desafíos que vendrían en el futuro.

En 1977, Chalino cruzó la frontera hacia los Estados Unidos de manera indocumentada, buscando una vida mejor y escapando de las autoridades mexicanas. En su nueva vida en América, Chalino trabajó en una variedad de empleos: desde lavar platos y vender autos hasta la venta de pequeñas cantidades de marihuana y cocaína, todo en un esfuerzo por sobrevivir. Durante este tiempo, también apoyó a su hermano mayor, Armando, en el tráfico de personas, un ocupación que incrementó el peligro que Chalino enfrentaba a diario. A pesar de los riesgos, nunca perdió su conexión con sus raíces y su amor por su tierra natal, algo que eventualmente se reflejaría en su música.

En 1984, la vida de Chalino dio un giro inesperado cuando conoció a Marisela Vallejos, una joven de Mexicali. Los dos se casaron y formaron una familia, teniendo dos hijos: Adán y Cynthia. Aunque Chalino encontró estabilidad en su vida personal, la tragedia volvió a aparecer cuando su hermano Armando fue asesinado en un hotel de Tijuana ese mismo año. Este evento traumático inspiró a Chalino a escribir su primer corrido en memoria de su hermano, comenzando así su carrera musical. Chalino comenzó a ganar notoriedad como un talentoso contador de historias a través de los narcocorridos, un subgénero musical que narra historias de violencia, crimen y supervivencia de una forma auténtica y cercana a la realidad de las personas.

Durante un tiempo, Chalino estuvo encarcelado en la prisión de La Mesa por delitos menores. Mientras estaba en prisión, su habilidad para escribir se desarrolló de una forma inesperada, comenzando a componer canciones para otros reclusos, muchas de las cuales se convirtieron en narcocorridos. Estos “presos” le pagaban con dinero, relojes e incluso armas a cambio de sus corridos personalizados, lo que le permitió perfeccionar su estilo y construir una reputación como el compositor de los marginados y aquellos que vivían al margen de la ley.

Su carrera musical comenzó a despegar a mediados de los años 80 cuando conoció a Ángel Parra, quien lo ayudó a grabar sus primeras canciones en un estudio. Los discos de Chalino comenzaron a circular entre el público, y su estilo sincero y crudo rápidamente ganó popularidad. Chalino vendía sus discos en mercados locales, desde el maletero de su coche o en eventos sociales como fiestas y quinceañeras. Para 1989, ya había ganado reconocimiento en el sur de California y se presentaba en clubes de renombre, como El Parral Nightclub en Southgate.

Sin embargo, su éxito no estuvo exento de peligros. En enero de 1992, Chalino fue atacado mientras actuaba en el club Plaza Los Arcos en Coachella, California. Un hombre le disparó en el escenario, lo que resultó en un caos total. Chalino logró defenderse, pero el tiroteo dejó varios heridos y un joven muerto. Este incidente, aunque trágico, aumentó su popularidad. Su música comenzó a escucharse en todas partes, y el corrido “Nieves de enero” se convirtió en un éxito.

La tragedia final de Chalino llegó en mayo de 1992, cuando, durante una presentación en Culiacán, Sinaloa, recibió una nota anónima advirtiéndole de un peligro inminente. Después de terminar el show, fue interceptado por un grupo de hombres armados que se identificaron como policías. Chalino confió en ellos y aceptó acompañarlos, pero al día siguiente su cuerpo fue encontrado junto a un canal con dos disparos en la cabeza. La muerte de Chalino Sánchez dejó una profunda huella en la música regional mexicana, y su legado ha perdurado gracias a su esposa, Marisela, quien ha defendido su memoria y su música.

A pesar de que nunca recibió reconocimientos oficiales por su obra, Marisela ha seguido viviendo en los Estados Unidos, preservando el legado de su esposo. La influencia de Chalino sigue siendo visible hoy en día, con numerosos corridos dedicados a él y una base de fans leal que lo recuerda como un ícono. Su estilo, su valentía y su habilidad para contar historias auténticas lo convirtieron en una leyenda del género, y aunque su vida estuvo llena de tragedia, su música continúa resonando entre aquellos que encuentran en sus canciones un reflejo de su propia vida.