Graciela Mauri, la estrella de la famosa telenovela infantil Mundo de Juguete, es un nombre que resuena en la memoria de muchos televidentes que crecieron en México.

La actriz, quien alcanzó la fama en su niñez, dejó una huella imborrable en la historia de la televisión mexicana. Con tan solo seis años, Graciela se convirtió en un fenómeno cuando interpretó a Cristina Salinas, una niña huérfana de madre en la telenovela, cautivando al público con su naturalidad y carisma. Esta actuación, junto a su participación en producciones teatrales y comerciales, consolidó su lugar como una de las estrellas más prometedoras de la época.

La actriz tuvo una infancia relacionada con las cámaras de televisión Crédito: IG/mexicoretro
No obstante, la carrera de Graciela Mauri no fue un camino recto. A pesar de su éxito temprano, Graciela optó por alejarse de la actuación para centrarse en su educación y explorar nuevas facetas en su vida personal y profesional. En un momento clave, rechazó papeles importantes como el de Chispita, que eventualmente sería interpretado por Lucero, quien alcanzó fama mundial. A pesar de los rumores sobre una posible rivalidad con Lucero, Graciela siguió un camino propio, un paso atrás del centro de atención, pero sin desaparecer por completo del ojo público.

Ricardo Blume y Graciela Mauri en “Mundo de Juguete” (Captura de pantalla)

A mediados de los años 80, Graciela regresó a la televisión con un papel en la telenovela Cómo duele callar. Pero en lugar de seguir una carrera exclusivamente en la actuación, dio un giro importante en su carrera y decidió incursionar en la música. En 1988, lanzó su álbum debut, lo que le permitió realizar giras y presentarse en programas musicales populares de México. Sus discos, como Entre tú y yo (1989) y Mi manera (1998), le ayudaron a consolidarse también como cantante.

Además de la música, Graciela Mauri expandió su talento al cine, debutando en la película Esclavos de la pasión en 1995, lo que marcó otro hito en su carrera multifacética. A pesar de los cambios en su carrera, su carisma y presencia siempre fueron su mayor activo, lo que le permitió mantenerse relevante a lo largo de los años.

A principios de los 2000, Graciela asumió el rol de madre, y su vida personal se convirtió en una parte importante de su historia, mientras continuaba explorando nuevos horizontes profesionales.

Hoy en día, con 56 años, Graciela sigue siendo una figura querida por el público, aunque ha mantenido un perfil más bajo en comparación con su etapa de estrella juvenil. Sin embargo, su legado como una de las primeras grandes actrices infantiles de la televisión mexicana sigue siendo innegable, dejando una huella que perdura en el corazón de muchos.