Dicen que la grandeza de un hombre se mide por la talla de sus enemigos, en el caso de María Félix podríamos alegar que la grandeza de esta mujer se mide por la talla de aquellos que intentaron acotar en palabras su belleza magnética y su personalidad ingobernable.

Sin embargo, dos décadas después de su fallecimiento, no hay prosa o verso que haya conseguido hacer justicia a la estrella por excelencia de la Época de Oro del cine mexicano, dueña de una vida inabarcable hasta para el mismísimo Hollywood, que tantas veces fracasó en sus intentos de importar su atractivo y talento.

La fama de “La Doña” es atemporal y no conoce fronteras (Foto: Fundación María Félix)

Por todo esto, hoy te traemos las 10 pruebas en que María Félix rompió todos los estándares de las mujeres en la época. Amó tanto la vida que incluso cuando se fue ni lo sintió.

María de los Ángeles Félix Güereña nació en Álamos, Sonora, el 8 de abril de 1914 bajo el seno de una familia muy tradicional. Sí, su madre Josefina Güereña Rosas, se encargaba de la crianza de sus 12 hijos, mientras que su padre, don Bernardo Félix, era un militar y político que tenía clara su postura como jefe del hogar, un cargo que ponía duda la pequeña María desde los 10 años.

Tal parece que fue su madre quien, sujeta a una época de mujeres solo ligadas a procrear y atender su hogar, le abrió un sendero diferente a su hija. Aunado a ello, María tenía un carácter peculiar del que solo sus hermanos varones comprendían.

Pablo, su hermano mayor, fue el gran amor de su vida. Sí, en su libro de memorias “Todas mis guerras”, cuenta que sus padres los separaron por miedo al incesto: “Al verlo de militar pensé en buscarme un muchacho como él que tuviera su piel y sus ojos (…) Era una tontería porque el perfume del incesto no lo tiene otro amor”.

¿Pablo se quita o le quitan la vida?, dos versiones que la han seguido desde los 15 años a María y que forjaría su personalidad y carácter desde ese momento. Creció más herida, orgullosa y altiva hasta convertirse en una estrella.

El significado del amor.

(Foto: Fundación María Félix)

A lo largo de su vida, la actriz se casó cuatro veces y algunos de sus matrimonios fueron publicitados y muy criticados, aunque si hay algo de lo que se jacta es que, a todos, los eligió.

Dos años después del fallecimiento de Pablo y para zafarse del yugo familiar, se casa con un ingeniero de nombre Enrique Álvarez Alatorre, con quien tuvo a su único hijo en 1934, el también actor Enrique Álvarez Félix.

Se divorció en 1938, una época en la que una separada, era total y plenamente rechazada por la sociedad, pero, no le importó. Sí, ella rompió ese estándar ‘cliché’ y se preocupó por su bienestar, incluso cuando don Enrique se atrevió a levantarle la mano y ella le hizo frente sin titubear.

No obstante, este hombre le traería uno de los dolores más grandes de su vida. De forma deliberada se llevó a su hijo y se negó a devolverlo. María le juró que algún día sería más influyente que él y se lo quitaría, ¿sabes quién lo trajo de vuelta?, el compositor y bolerista mexicano, Agustín Lara, su segundo esposo.

Regalos fastuosos, celos, amenazas y hasta infidelidades, trajo abajo los 3 años de matrimonio que tenían. Muchos pensarían que nadie le sería infiel a ‘la Doña’, pero se equivocan, Agustín la engañaba con la escritora Raquel Díaz de León.

El matrimonio con Agustín no terminó por ninguno de los factores antes mencionados, sino porque ella quería hacer carrera en España y se sentía bajo la sombra del gran compositor… y es que, a nadie, absolutamente a nadie, le permitía ponerla en segundo lugar.

Volver a enamorarse tomó su tiempo… eso no quita que viviera amores fugaces. Lo tuvo con el magnate Jorge Pasquel, el torero Luis Miguel Dominguín, el actor Carlos Thompson con quien se comprometió y días antes canceló la boda. Finalmente, en 1952 se vuelve a dar una nueva oportunidad en el amor con el cantante, Jorge Negrete.

La historia de amor entre estos dos grandes íconos del cine mexicano apenas duró un año. Su historia terminó luego que Negrete falleciera a causa de una cirrosis hepática, pero, antes de que partiera, le pidió perdón a la actriz por la película “El peñón de las ánimas”.

Para los que no saben, esta cinta significó el debut en cine de la actriz en 1943 y también un trago amargo con Jorge Negrete, quien deseaba que el protagónico se lo dieran a su novia de entonces, Gloria Marín. Se llevaron muy mal en las grabaciones, tanto, que cuando María estaba recolectando la firma de todos como recuerdo, él le arrojó al suelo su libreto.

Su forma de ver el amor le permitió abrirse con naturalidad, sin importarle la clase ni el sexo. Tuvo amores con la pintora Leonor Fini; el escritor y periodista francés, Jean Cau que hablaremos más adelante y la dueña de un cabaret en Paris llamada Suzanne Baulé más conocida como Frede. En 1956 por cuarta vez, vuelve a dar el “sí” al banquero, Alexander Berger ¡claro! siempre con el ojo alerta.