particularmente en las carreras de Britney Spears y Beyoncé, quienes comenzaron sus carreras en la década de 1990.

Se argumenta que Britney Spears fue públicamente representada como una especie de Lolita, un personaje infantil que provocaba la lujuria de los adultos, lo que marcó su carrera desde el principio.

Por otro lado, se afirma que Destiny’s Child, el grupo de Beyoncé, tuvo una dirección más protectora a cargo de Mathew y Tina Knowles, sus managers.

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Quienes tomaron decisiones comerciales para promover una imagen de feminidad más fuerte y activa en sus canciones.

Además, se menciona el papel del racismo en la época, ya que el estereotipo de «Lolita» se asociaba más a mujeres blancas como Britney y Christina Aguilera.

En contraste con las mujeres afrodescendientes como Beyoncé.

El análisis sugiere que estas diferencias influyeron en las trayectorias de ambas artistas en la industria musical.

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