Pily y Milly fueron dos figuras icónicas en el cine español de los años 60, conocidas por su belleza, talento y simpatía.

Estas hermanas gemelas irrumpieron en la escena cinematográfica española a una edad temprana, conquistando los corazones de los espectadores con su carisma y espontaneidad. Sin embargo, como ocurre con muchas estrellas de la época dorada del cine, su ascenso fue seguido por una caída en la que desaparecieron del centro de atención, dejando a sus seguidores preguntándose sobre los motivos detrás de su repentina desaparición.

Nacidas el 10 de febrero de 1947 en Zaragoza, Pilar y Aurora Bayona, mejor conocidas como Pily y Milly, dejaron su ciudad natal a la edad de tres años. Pilar a menudo reflexiona sobre esa época, comentando que, aunque todavía visitan Zaragoza de vez en cuando debido a que tienen familia allí, los recuerdos de su infancia en la ciudad son pocos. La familia Bayona se mudó a Barcelona, luego a Sevilla, y más tarde a otros lugares. Su padre, Antonio Bayona, era originario de Navarra y trabajaba como juez, mientras que su madre, Alicia Sarría, tenía orígenes zaragozanos. Alicia era hija de un diputado republicano que fue una de las primeras víctimas del régimen franquista en 1936. La infancia de las gemelas estuvo marcada por estos importantes cambios, pero también por el contacto con el mundo del entretenimiento.

Fue durante su niñez en Barcelona cuando las hermanas fueron descubiertas por Nicole Blancherie, una empresaria que las vio en la calle y se dio cuenta de su potencial para el espectáculo. A los 14 años, las gemelas empezaron a trabajar en un espectáculo en el Teatro Victoria de Barcelona. Aunque aún eran adolescentes, su talento no pasó desapercibido, y pronto llamaron la atención de Benito Perojo, un destacado cineasta español, quien las contrató para una serie de películas. Su debut en el cine fue en 1963 con la película Como dos gotas de agua, dirigida por Amadori. Este fue solo el comienzo de una carrera que las llevaría a protagonizar un total de nueve películas, incluyendo títulos como Dos chicas locasWhisky y vodka, y Un novio para dos gemelos.

La fama de Pily y Milly creció rápidamente, alcanzando el estatus de verdaderas estrellas del cine español. Las gemelas pasaron a ser figuras emblemáticas, disfrutando de una popularidad casi mítica. Pilar recuerda cómo en aquellos primeros días se sentían como “reinas”, el centro de todas las miradas. La emoción de ser tan conocidas era palpable, pero al mismo tiempo, la presión de la fama comenzó a ser abrumadora. “Nos encantaba ser el centro de atención, pero con el tiempo me di cuenta de que no me gustaba la popularidad que teníamos”, admite Pilar. La vida privada de las gemelas desapareció, y pronto se dieron cuenta de que no podían caminar por la calle sin ser reconocidas. La invasión de su privacidad les dejó una sensación de incomodidad.

En busca de nuevas oportunidades, las hermanas cruzaron el océano hacia México y Buenos Aires, donde continuaron con su carrera cinematográfica. En estos países, la popularidad de Pily y Milly solo aumentó, y su fama en América Latina fue aún mayor que en España. Sin embargo, fue en México donde ocurrió un cambio importante en la vida de Milly. A los 22 años, se enamoró de un empresario y productor mexicano, lo que marcó un giro significativo en su vida personal y profesional. Se casó y decidió retirarse del mundo del espectáculo. Este matrimonio no solo cerró un capítulo en su vida, sino que también significó el fin del dúo Pily y Milly. La separación profesional de las hermanas fue un momento difícil para Pilar, quien admite que fue muy complicado desvincularse de su hermana, con quien siempre había trabajado y compartido todo. “Para mí fue muy difícil separarme de mi hermana”, reconoce Pilar con nostalgia.

A pesar de la separación, Pilar continuó su carrera en solitario, pero el camino fue más difícil. Aunque siguió trabajando en cine y televisión, no logró alcanzar el mismo nivel de éxito que había tenido junto a su hermana. En una entrevista reciente, Pilar compartió que después de la separación pasó por momentos de tristeza y aislamiento, y durante un tiempo no quiso hablar con nadie. Se sentía perdida y desorientada. Sin embargo, con el paso del tiempo, logró encontrar su camino en el teatro, una de sus grandes pasiones. Pilar definió este nuevo capítulo en su vida como el comienzo de su proceso de evolución personal y profesional.

Durante los años 80, Pilar se dedicó principalmente al teatro, donde encontró la estabilidad y la satisfacción que no había experimentado en la pantalla. En este tiempo, trabajó en obras de renombre y colaboró con directores como José Carlos Plaza, quien jugó un papel crucial en su carrera como actriz seria. Pilar se unió a la compañía de teatro y participó en producciones como Las bicicletas son para el verano y La casa de Bernarda Alba, donde su talento como actriz fue finalmente reconocido. Aunque continuó con algunos proyectos cinematográficos, como en la película El taxi de los conflictos, fue en el teatro donde Pilar realmente halló su hogar artístico.

En su vida personal, Pilar ha admitido que nunca se casó, a diferencia de su hermana Milly, quien se casó joven. Pilar también reveló que tiene una hija, Alba, quien es bailarina clásica, siguiendo los pasos que ella misma soñaba dar a esa edad. A lo largo de su carrera, Pilar siempre se ha considerado una luchadora solitaria, una mujer que no se dejó vencer por las adversidades, y que ha dedicado su vida al teatro, un arte que considera su verdadera pasión.

En una entrevista reciente, Pilar reflexionó sobre su carrera y la evolución del teatro. A pesar de los desafíos que enfrenta la industria para atraer nuevos públicos, ella sigue comprometida con el arte y considera que lo más importante en una buena producción teatral es la conexión emocional con el público. “El teatro está vivo en el momento, es una transmisión directa del intérprete al público”, comentó Pilar, defendiendo la relevancia del teatro en la sociedad contemporánea.

Por su parte, Milly vive en México con su esposo y se ha retirado completamente del mundo artístico. Aunque pocas noticias se tienen sobre ella, se sabe que su decisión de abandonar el espectáculo fue definitiva. En contraste, Pilar sigue activa en el mundo del entretenimiento, aunque en un papel más tranquilo y dedicado al teatro.

La vida de Pily y Milly es una historia de éxitos, desafíos y transformaciones. Aunque su carrera en conjunto fue breve, su impacto en el cine español de los años 60 fue significativo. Hoy, con casi 80 años, ambas hermanas siguen siendo recordadas por su legado en el cine y el teatro, aunque cada una ha seguido su propio camino. La evolución de sus vidas refleja no solo el paso del tiempo, sino también la capacidad de adaptarse a los cambios y las nuevas oportunidades que la vida les ha brindado.