La princesa Diana, conocida como “La Princesa del Pueblo”, se ganó su entrañable apodo a través de su trabajo benéfico y su calidez, convirtiéndose en un pilar de inspiración para el pueblo británico. A pesar del trágico evento que llevó a su prematura muerte en París, el legado de Diana perdura en los corazones de muchos, especialmente a través de sus hijos William y Harry.

La vida de Diana, marcada por complejidades y desafíos, también se caracterizó por su papel como madre amorosa. Priorizó a sus hijos, William y Harry, buscando proporcionarles una infancia normal a pesar de las limitaciones de la vida real. Diana, reconociendo la importancia de sus experiencias comunes, ocasionalmente los llevaba a parques temáticos y salidas a comida rápida.

La princesa estaba decidida a fomentar un fuerte vínculo entre William y Harry, haciéndoles prometer que serían “mejores amigos” a lo largo de sus vidas. Este compromiso reflejaba su deseo de protegerlos de posibles conflictos, incluso dentro de la Familia Real.

La separación de Diana del príncipe Carlos y su posterior divorcio marcaron un período desafiante en su vida. A pesar de las luchas personales, conservó su apartamento en el Palacio de Kensington y el título de “Princesa de Gales”. El fallecimiento de Diana en 1997 dejó una profunda huella, con su funeral atrayendo la atención global y despedidas emocionales.

La vida pública de Diana fue extensamente documentada por los paparazzi, reflejando los altibajos de su trayectoria. Sus hijos, especialmente Harry, fueron testigos de los efectos perjudiciales de la atención mediática sobre su madre, influenciando la decisión de Harry de retirarse de sus deberes reales.

En imágenes nunca antes vistas, se revela la vida multifacética de Diana. Desde viajes de esquí con sus hijos hasta esfuerzos humanitarios en Angola, estas imágenes muestran su calidez, compasión y sentido de diversión. El legado perdurable de Diana como una persona amable y maravillosa se captura bellamente en estos destellos de su vida y carrera.