Bruce Willis, de 68 años, ha atravesado un período desafiante desde su retiro del mundo del entretenimiento el año pasado, cuando se vio obligado a enfrentar la afasia.

Una enfermedad cerebral que impacta las habilidades lingüísticas. La situación se tornó más complicada en marzo.

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Cuando su familia anunció que su condición había evolucionado hacia la demencia frontotemporal (DFT), una afección que afecta tanto el comportamiento como las funciones cognitivas.

Glenn Gordon Caron, productor y amigo cercano de Willis, ofrece una visión íntima de la situación actual del actor.

A pesar de que Willis aún puede reconocer a quienes lo rodean, las habilidades lingüísticas que alguna vez lo caracterizaron se han desvanecido.

Caron detalla cómo, en un periodo corto, Willis puede recordar quién es, pero su expresión verbal se ha vuelto limitada. Anteriormente un ávido lector, ha abandonado esa pasión.

La pérdida de las habilidades lingüísticas representa solo una parte de la triste narrativa que rodea a Willis.

Caron resalta la desaparición de la «alegría de vivir» en el actor. Aunque su esencia persiste, la enfermedad ha dejado una marca en la vitalidad y la energía que una vez definieron a Bruce Willis.

En medio de estos desafíos, Willis encuentra apoyo en su esposa Emma Heming, quien asume la responsabilidad de cuidarlo mientras cría a sus dos hijas menores.

Además, sus hijas adultas, fruto de su matrimonio anterior con Demi Moore, se han convertido en un pilar de apoyo en esta difícil etapa.

La noticia resuena profundamente, no solo como un recordatorio de la vulnerabilidad de las figuras públicas.

Sino también como una llamada de atención sobre los desafíos que enfrentan aquellos que luchan contra enfermedades neurodegenerativas.