Angelo Mastropietro, conocido como «el hombre de las cavernas», escapó de la vida citadina para realizar su sueño de vivir en el campo.

Adquirió una antigua cueva por 63,000 libras esterlinas, con una antigüedad estimada de al menos 250 millones de años.

A pesar de las burlas iniciales de los vecinos, Angelo transformó la cueva por completo, construyendo la cocina y los muebles él mismo, y optando por la calefacción a través de una chimenea.

El exterior de la cueva se mantiene casi inalterado, salvo por la adición de grandes ventanales para aprovechar la luz natural y una zona al aire libre.

La historia de Mastropietro atrajo la atención de los medios, y tras recibir visitas de periodistas, se reveló que la familia que habitaba la cueva hasta la década de 1930 quedó asombrada por la metamorfosis.

Este «hombre de las cavernas» logró concretar su anhelo de una vida más sencilla y conectada con la naturaleza.

Demostrando que, a pesar del avance hacia casas modernas, algunos encuentran la felicidad en la simplicidad y el regreso a la naturaleza.